Arte en Interacción
Capítulo 1-Apertura de proceso.
En esta su actual creación, Javier Muñoz Máximo se interna en ese su subconsciente y rema, irá remando sus ideas en aguas a veces turbulentas, a veces más suaves, y lo piensa una y más veces, bien logrado él, le va dando realidad a los sueños que siempre son incompletos, y que ajustará propiciando un terreno para su quehacer.
Porque siempre tiene algo que decir incluso cuando el silencio de su voz no emerge. Nos han tocado momentos juntos y «¿me carga improvisar? es una de sus frases que escucho a lo lejos», pero no dejará a sus colegas en solitario, allí está su figura y bien presente.
Su trabajo me ha sorprendido más de una vez y dan deseos de escribir sobre él y su creación unidos las dos nociones como lapa a la roca, cualquier roca, es él y su quehacer en un solo punto ajustados.
Javier Muñoz Máximo, el Javo aborda su impronta con originalidad, palabra que resume ese arte suyo, sorprende, magnetiza e hipnotiza, porque no sé cómo ni cuándo entré a escena esa tarde 3 de mayo después de un flas propio de su sombra, serpenteando el escenario con una nueva creatura, un tercer cuerpo.
Tan extraño que uno no se pregunta.
La figura desaparece y lo escuchamos entrar, no lo vemos.
“SU CONFESIONARIO”
Algunos sonidos, pequeño halo de luz, ahí reaparece, las miradas de los asistentes lo seguimos ¿Para dónde va? ¿Qué quieres de mí?
Se iluminarán dos objetos blancos, como cruces, flotando en el aire como protagonistas de una noción de identidad que recuerdo de él, pasajes del misterio.
Luego… se acerca a una suerte de objeto iluminado donde se mira como si fuera un espejo, no habla, para luego ser arrasado por una luz fuerte, como aquel interrogatorio que le da en el rostro.
Al confesar se está interrogando y al interrogarse, ¿qué respuestas tiene?
Con ese caminar propio de él como balanceándose de un lado a otro, ¿qué lado se escoge? Se acerca y se aleja y luego un texto.
Lo que percibo es algo acerca de presentimientos, del yo soy, del es acá mi lugar, algo in profundis que no alcanzo a comprender.
En una segunda parte veremos el cuerpo. Se mueve, solo eso, más bien entre moléculas, genes estallando, moviéndose, escoge el otro lado. No vemos grandes saltos, ni piruetas, ni revolcadas, vemos la sensación que atraviesa, lo atraviesa, se impone y lo mueve.
¿Ustedes están viendo verdad?
Atrás la realización del efecto sombra, efectos visuales que aportan el detalle de cada transición. El rostro sigue medio tapado hasta llegar al comienzo del desnudo, vuelan las prendas despacio vuelo. Tan despacio pero no menos enfático.
Al ir quedando desnudo el cuerpo también confiesa.
Hasta que el cuerpo no tendrá tapujos, de ningún tipo, casi en oscuro.
Corre hacia atrás en diagonal atrás, se ríe, ¿LES CUENTO ALGO?
Y ALGO cuenta creo que son recuerdos de infancia, porque uno siempre vuelve a la génesis.
VENGO A DAR TESTIMONIO DE MÍ, PORQUE SOY TESTIGO PRIVILEGIADO DE TODO LO QUE SE IMPLICA CUANDO DIGO
“YO”
Y luego otra voz suya se apodera de él. Como que viene por detrás de su cerebro, de la parte de arriba, porque el cerebro reptiliano no emerge. El impulso estuvo en el proceso.
El emocional emerge desde los sentidos, desde la inmovilidad activa y el cerebro nacional es la Gestalt que une el trabajo.
Un trabajo por decir lo menos hermoso, interesante, que deja gusto a poco. Es que vamos recién en el I capítulo y son siete.
Debemos ser fieles al equipo que investigó con Javier.
Dirección y dramaturgia: Iván Insunza
Visuales: Luis Piñango
Diseño integral: Camilo-Camila Saavedra
Composición Musical: Cecilia García Gracia
Producción: Macarena Guzmán
Una dirección magnífica, Visuales mágicos, Diseño extraordinario
Música muy interesante y producción buenísima.
Por Vicky Larraín
Magister en dirección teatral.
Coreógrafa, escritora, directora.